Ayer, mientras mi avión atravesaba una masa de nubes sobre el estado de Oregon, me vino un torrente de flashbacks sobre este mes que estuve en México. Primero me vino mi familia, en todos colores y formas, desde la cena de pre-Navidad en casa de Fernando y Carmina, hasta la alberca en Vallarta y el año nuevo con Javier y los McGregor. Luego hice una pausa en mis papás, en las docenas de momentos divertidos que pasamos y que hoy me hacen extrañarlos y entender que, aunque nunca dejan de estar en mi mente, su presencia física es insustituible. Luego llegó Loren, mi hermanita querida, mi cómplice y confesora, my non erotic soul mate. Ella me hace falta todos los dias, para platicar y reirnos, para hechar maratón de citas de películas (Dumb & Dumber sigue siendo la preferida), para hablar de mi gata Renée, para simplemente ser.

El avión salió de las nubes y la voz del piloto anunciando el aterrizaje interrumpió mi flashback. Entendí entonces que aunque viva lejos y me encante la vida en Vancouver, hay una parte de mi que nunca se va de mi querido México. A pesar de lo estresante de la ciudad, este es mi país y esta es mi gente. Soy totalmente DF.